lunes, 30 de agosto de 2010

Hijos de la verdad...

“Una auxiliar de oficina, recibió de su jefe un orden para mentir. Ella se rehusó, sabiendo que podría perder lo empleo. Cuando estaba arreglando su pertenencias, el jefe reconsideró su dimisión, reconociendo el grande valor de su ética cristiana.”

¿Hemos sido reconocidos por nuestra ética y testimonio cristianos? ¿El brillo de Cristo en nuestras vidas ha sido nuestra prioridad? ¿Hemos tenido plena conciencia de que, como hijos de Dios, debemos glorificar al Señor en todo el tiempo?

A veces perdemos la comunión con Dios y vemos nuestras vidas espirituales caigan a causa de nuestra cobardía y inconsistencia. Uno de los principales motivos de perder la buen relación con el Señor es la mentira. Muchas veces creemos que existen “tamaños” de mentiras, considerando las “pequeñas", cuando en realidad toda falsación es mentira por pequeña que sea.
Somos del Señor. Él es la Verdad y nosotros somos Sus hijos. Por el contrario, nada tenemos con la mentira, no queremos una unión con la mentira, creemos que toda la mentira, pequeña o grande, es mentira y contrario a la voluntad de Dios. Tenemos placer de ser hijos de la verdad, jamás cambiaríamos, por nada en este mundo, así que conservémonos fieles al Señor en toda y cualquier circunstancia.