martes, 16 de noviembre de 2010

“Objetivismo antropológico” vs. “Subjetivismo antropológico”

Consideramos que, en general, el hombre de todos los tiempos se debate en una “tensión” que consiste o bien en vivir conforme a su naturaleza, entendida como algo “dado”, objetivo, que debe reconocer y respetar o, rechazando la idea de una naturaleza “dada”, vivir conforme a su libertad entendida como un “poder” al margen de todo orden más allá del de su voluntad y conciencia. En el primer caso, el hombre se aboca a la tarea de “humanizar” al mundo y a sí mismo, mediante la “creación” de una cultura respetuosa de las leyes de la naturaleza de las cosas y de sí mismo; esta posición se sustenta en un realismo objetivo metafísico y antropológico. En el segundo caso, la humanización se presenta como la tarea del hombre de “crear” la misma condición humana e imponer su “poder” en las cosas a través de la cultura; se trata de un subjetivismo antropológico que suele conllevar la negación de toda metafísica realista-objetiva. En los últimos siglos ha prevalecido la posición subjetivista. Importa destacar algunos de sus aspectos y sus consecuencias.

Dignidad y naturaleza del hombre

 “Dignidad” refiere a la “cualidad de digno” que una cosa o persona posee. “Digno”, se dice de aquel que es merecedor de lo que le es proporcionado a su mérito o condición. En este sentido, la dignidad humana señala la característica inherente al hombre de ser acreedor de todo aquello que le corresponde por ser hombre. Por tanto, para responder a la cuestión sobre la dignidad del hombre deberemos preguntarnos acerca de su naturaleza esencial.

El hombre: Su dignidad y su trascendencia

En gran medida nuestra civilización contemporánea tergiversa o ignora la dignidad de la persona humana. Vivimos una época de contrastes: Frente a los avances científicos y tecnológicos y las mejores condiciones sociales que se ofrecen en el presente, hay una gran falta de equidad en la distribución de los bienes y oportunidades; frente a un mundo hiper-comunicado a través de los mass-media e Internet, el indiferentismo egoísta y el individualismo parecen guiar buena parte de las relaciones humanas; la riqueza y posibilidades materiales han aumentado en forma geométrica en los últimos decenios pero la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande. La ciencia devela el patrimonio genético de la especie humana, pero en aras de la civilización y el progreso, no se duda en manipular el embrión humano, rechazando su dignidad; la idea de “crear” un hombre ‘a medida’, se torna cada vez más factible. Todo esto nos interpela y obliga a reflexionar sobre el hombre, su dignidad y trascendencia.