lunes, 22 de noviembre de 2010

Imagen y semejanza de Dios

El cristianismo ha recogido los valores culturales de una cosmovisión realista-objetiva. Los ha completado con la revelación de que el hombre es imagen y semejanza de Dios. En esto, en última instancia, radica la auténtica y más profunda dignidad del hombre: en vivir de conformidad con su carácter de “imagen y semejanza de Dios”. Contamos para ello con un ejemplo y guía de lo que es realizar tal imagen y semejanza; ese ejemplo es Jesucristo. Imitar a Cristo significa vivir según la caridad lo cual conlleva vivir en el amor, llegando hasta la propia negación de sí en pos de los demás, por amor a Dios. A esto se reduce la “tensión” que referíamos más atrás y el desafío a que nos enfrenta la vida: o pretender realizarnos humanamente, pero al margen de Dios, o forjar un nuevo humanismo a imitación de Cristo: el nuevo hombre en Cristo resucitado.